Erase una vez un hombre muy pobre que se encontró con un campo de cultivo abandonado, ahorro todo lo que pudo y fue al dueño y le dijo: esto es todo lo que tengo, ¿lo aceptaría?, me gustaría comprar este terreno. Como el dueño llevaba mucho tiempo sin tratar la tierra, se lo vendió, eufórico el hombre pobre se puso a trabajar muy duro hasta convertirlo en un campo de cultivo maravilloso, sembraba las cosechas y las recojia. Pasado un tiempo la tierra daba un cultivo importante temporada tras temporada, todo lo que cosechaba lo vendía y ahorraba poco a poco. Acabo de unos años era ya bastante rico, cambio el dinero ahorrado por oro, puso el oro en la caja y lo enterró en su hacienda. Un día cuando era bastante mayor fue a sus hijos y les dijo: labrar la tierra, si lo hacéis os haréis bastante rico. Tras su muerte los hijos pensaron; el se paso toda la vida labrando, pero nosotros no somos como el, queremos emigrar a la ciudad y montar un negocio. A si que abandonaron la hacienda y se marcharon a la ciudad y a pesar de todo sus esfuerzos nunca salieron de la pobreza. Pero un día otro hombre pobre que pasaba por hay les dijo: esto es todo lo que tengo, ¿me venderían este terreno?: el hijo mayor le dijo: bueno esta pequeña cantidad es mejor que nada a si que de acuerdo les venderemos el terreno, entonces este hombre se puso a labrar la tierra y al hacerlo encontró la caja llena de oro.