EL CUENTO DEL ESPEJO

Había un pueblecito muy aislado el cual no solían pasar muchas personas por allí, los habitantes eran personas muy sencillas, hacían lo que tenían que hacer. Un día llegó un turista al pueblo, por la mañana saco su espejo y lo colgó a la pared para poder afeitarse; se aseo, se afeito y se olvidó el espejo en la pared. Asique un anciano del pueblo de pelo blanco, ojos brillantes y un rostro precioso, lleno de luz se encontró el espejo en la pared y se miró. Él nunca se había visto antes, asique cuando se vio reflejado en el espejo se sintió fascinado y dijo: hoy he visto el rostro de dios y se marchó completamente feliz. Luego llegó una joven bellísima, al verse en el espejo, se quedó asombrada he visto a la mujer más hermosa sobre la paz de la tierra y cuando sea mayor quiero ser como ella, es preciosa. Más tarde paso por allí un hombre, cuyo padre había fallecido recientemente, se miró en el espejo y dijo dios mío he vuelto a ver a mi padre y se llevó el espejo esas tres personas que se habían visto en el espejo comenzaron a pelear. El anciano lo quería porque había visto a su dios, la mujer porque vio a la mujer que quería parecerse y el hombre porque en el espejo había visto a su padre. Empezaron a discutir, y muy pronto por la aldea empezaron las discusiones y estallaron peleas y todos acabaron infelices porque cualquiera que se miraba en el espejo y veía lo que se reflejaba encontraba una razón para quedarse con el espejo.  Finalmente pasó por allí un hombre sabio, y se dio cuenta de que todo el pueblo estaba peleando y les pregunto: ¿porque os peleáis? yo quiero ese objeto y cada uno les dio las razones por el cual querían el espejo. Les miró y les dijo: ¿sabéis que es esto? ¡Es un espejo!, llamó al anciano y le dijo: no vistes el rostro de dios, te has visto a ti mismo. Llamo a la joven y le dijo: no vistes a la mujer más bella, te vistes a ti mima. Llamo al hombre y le dijo: no has visto a tu padre, te has visto a ti porque te pareces a tu padre. Uno a uno les fue llamando a todos y les dijo: mirad. Lo que veis en el espejo no es el espejo, sois vosotros mismos.