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  CUENTOS DEL PEP 7
 

TRES HERMANOS ENCUENTRAN ORO

 

Había una vez tres hermanos que fueron criados con bastantes comodidades. Pero los años transcurrieron, los padres fallecieron, perdieron todo su dinero y acabaron arruinados hasta el punto de tener que mendigar para comer. En estas circunstancias, los tres hermanos decidieron buscar oro en los ríos de la montaña.

La suerte quiso que los tres encontraran cantidades iguales de oro. Cada uno volvió a su choza y el tiempo pasó.

El primer hermano, que era muy religioso, instaló un pequeño altar. Cada día rezaba a su oro, invocando al poder que este tenia para librarle de la pobreza y el sufrimiento y ayudarle a conseguir casa y comida, para que nunca más se viera obligado a mendigar ni a hacer nada que no deseaba. Eso es todo lo que hizo,rezar.

El segundo era muy culto. En lugar de rezar al oro, escribía ensayos sobre su poder y poemas en su honor. Describía con detalle como el oro tan bello y brillante tenia el poder de quitarle el hambre y proporcionarle ropa y un techo bajo el que cobijarse.

A primera vista, podría parecer que hay una gran diferencia entre lo que hicieron ambos hermanos, pero pensándolo bien, no era tan distinto.

El tercer hermano vendió el oro y con el dinero que obtuvo, compro una finca en la que plantó verduras y arboles frutales. Comía todo cuanto quería, lo que no necesitaba lo vendía y con el dinero que ganó se construyó una casa preciosa. Lo curioso del caso es que este tercer hermano consiguió las tres cosas que anhelaban los otros dos: ropa, comida, techo.

Había pasado mucho tiempo cuando volvieron a reunirse, ¿ que tal te va? Se preguntaron unos a otros.

 

El primero dijo: Muy bien, rezo todos los días y pido al oro todopoderoso que me proporcione ropa para vestirme, una casa en la que vivir y alimentos para comer. No me cabe duda de que dada mi sinceridad, algún día el oro me responderá.

 

El segundo hermano dijo: Yo escribo poemas maravillosos sobre el oro, y estoy seguro de que algún día, complacido con mis alabanzas el oro me concederá todos mis deseos.

 

Al ver la devoción y la entrega que sus hermanos mostraban por el oro, el tercero permaneció callado.

 

Así que los otros preguntaron ¿Y qué haces tu? Llevas buena ropa y tienes un aspecto muy saludable, no como nosotros que tenemos que mendigar y cubrirnos con harapos. ¿que ha ocurrido? ¿han sido atendidas tus plegarias?

 

El tercer hermano dijo: lamento decíroslo, pero vendí el oro. Con el dinero que obtuve compré una finca y trabajo en ella. Así como gracias al oro ahora tengo ropa, comida y techo.

Entonces los otros se dieron cuenta de que aunque los tres habían comenzado con la misma cantidad, en realidad ellos dos no habían hecho nada con el oro.

 

 
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